(Lucas 1)
Un autor mexicano-americano ha propuesto una idea chocante. Escribe Richard Rodrigúez de la “reconquista” de California. Dice que dentro de una o dos generaciones California estará en manos de descendientes mexicanos. Se logrará la “reconquesta” no por medio de una revolución. Mucho menos habrá una invasión por el ejército mexicano. No, la transformación tendrá lugar por medios democráticos con el crecimiento de familias de inmigrantes. Para algunas la idea del Señor Rodríguez tiene que perturbar como la propuesta del ángel a María en el evangelio. Ella concebirá a un hijo a pesar del hecho que quedará virgen.
Hablamos de “manos de descendientes mexicanos” en control de California. Por ests frase no queremos decir que los directores van a estar hablando castellano. No, il idoma principal del estado quedará el inglés. Si estarán hablando español, estará con un acento como yo. Ni tendrán apellidos exclusivamente mexicanos como Martínez, García, y Chávez. Más bien, muchos llevarán apellidos “anglos” – pues serán productos de “matrimonios mixtos.” Por lo tanto, sus facciones también tendrán rasgos de diferentes razas – blanca, amarilla, y negra. En el evangelio Gabriel cuenta a María que su hijo será muy diferente. Así los hijos y nietos mexicanos del año 2050 serán distintos de sus abuelos y padres hoy.
Posiblemente no me crean ustedes. Sus propias manos están tan llenas de responsabilidades – trabajar, cuidar a los niños, enviar dinero a la familia en México – que no piensen en el futuro alejado. Además, tal vez no les convenga la idea de tomar control porque no quieren amenazar a los patronos acá. Pero lo que se propone aquí no es improbable, sino el contrario. Otra vez, no pasará por la espada sino por las demográficas – eso es, el crecimiento de la población. De todos modos como María cuando responde a Gabriel, “¿Cómo puede ser eso...?” algunos acá se sienten incómdos con el concepto.
Una mejor pregunta para nosotros ahora es: ¿Estará guiada “la reconquista” por la Virgen de Guadalupe? Eso es, ¿encarnarán nuestros descendientes los valores de la fe – la justicia, la paz, la humildad, y la piedad? Pues, éstos son las marcas de la Virgen dejadas en la imagen. El color azul-verde de su manto representa la cruz entre fuerzas opuestas – la paz entre los pueblos. El cinturón que lleva es la señal de su preñez –dará luz a Jesucristo, el sol de la justicia. La tez morena de su cara indica que ella quiere identificarse con los más humildes. Y los ojos bajados muestra la piedad de una persona que reconoce a Dios como el fin de todo esfuerzo humano no sí misma.
Cuando hablamos de “los valores de la fe,” no tenemos en cuenta que los sacerdotes rijan el gobierno. Aunque el Padre John y el Diácono Roberto sean entre los mejores de seres humanos, sabemos que los gobernantes tienen que ser capaces en la política y la socioeconómica. Sin embargo, los valores de la fe incluyen un respeto profundo para la vida. Este respeto no tiene lugar para el aborto y el concepto erróneo del “matrimoniomo entre los gay.” No somos contra ni las mujeres ni los homosexuales cuando hablamos así. Más bien, aceptamos a todas personas como dignas de nuestro amor. Sin embargo, algunos actos tenemos que rechazar como no naturales.
Para que nuestros descendientes mantengan los valores guadalupanos, no debemos fallar en nuestras responsabilidades. Tenemos que asistir en la misa -- no sólo en la fiesta de la Virgen sino todos los domingos. Pues, aquí escuchamos la Palabra de Dios y recibimos la gracias para cumplirla. También, tenemos que cuidar a nuestros niños con la cuerda de amor. Hoy en el día del Ínternet los muchachos pueden enredarse en la maldad aún en sus propias recamaras. Tenemos que estar siempre presentes en sus vidas para protegerlos, apoyarlos y enseñarlos cómo andar en el camino recto.
En este país recordamos al Señor César Chávez encabezando la marcha de los trabajadores agrícolas. Siempre tenían al frente la imagen de la Virgen deGuadalupe. Para ellos la Virgen representaban todos los valores verdadramente humanos. Esperamos que nuestros descendientes mantengan los mismos valores. Esperamos que practiquen la fe por la asistencia en la misa. Esperamos que encarnen la justicia por la atención al trabajo y a la familia. Esperamos que siempre, siempre miren a la Virgen de Guadalupe como guía por este mundo de bastante maldad. Que la Virgen de Guadalupe sea siempre su guía por este mundo.
Homilette for Monday, December 11
(Isaiah 35; Luke 5)
One day I went to a party. When I arrived, I felt a little upset that no one offered a glass of wine or a bottle of beer. I didn’t realize at the moment the purpose of the party. It was meant to celebrate the anniversary of a very fine man’s sobriety. Fifteen years to the day my friend gave up drinking and never looked back.
It is not that drinking in itself is bad. Nor is it the case that an alcoholic’s every drink is a sin. As Alcoholics Anonymous teaches, compulsive drinking is a disease that diminishes moral responsibility, at least to a point. But an alcoholic’s drinking can be the root of much sinfulness, including irresponsibility at work and abuse at home.
In the gospel, Jesus forgives the sin of the paralytic as the first step in the process of his total healing. As he indicates, this healing of soul is an even greater claim to Jesus’ being the Messiah than his healing the man’s lameness. But Jesus also fulfills Isaiah’s prophecy of the Messiah as well. He makes the lame man “leap like a stag.”
Jesus again proves himself worthy of our trust. He tells us that he will come to bestow salvation on his faithful. We can count of his word as we prepare ourselves for that coming during Advent.
One day I went to a party. When I arrived, I felt a little upset that no one offered a glass of wine or a bottle of beer. I didn’t realize at the moment the purpose of the party. It was meant to celebrate the anniversary of a very fine man’s sobriety. Fifteen years to the day my friend gave up drinking and never looked back.
It is not that drinking in itself is bad. Nor is it the case that an alcoholic’s every drink is a sin. As Alcoholics Anonymous teaches, compulsive drinking is a disease that diminishes moral responsibility, at least to a point. But an alcoholic’s drinking can be the root of much sinfulness, including irresponsibility at work and abuse at home.
In the gospel, Jesus forgives the sin of the paralytic as the first step in the process of his total healing. As he indicates, this healing of soul is an even greater claim to Jesus’ being the Messiah than his healing the man’s lameness. But Jesus also fulfills Isaiah’s prophecy of the Messiah as well. He makes the lame man “leap like a stag.”
Jesus again proves himself worthy of our trust. He tells us that he will come to bestow salvation on his faithful. We can count of his word as we prepare ourselves for that coming during Advent.
Subscribe to:
Posts (Atom)