Solemnidad de San José, Esposo de la Santísima Virgen María
(2 Samuel
7:4-5a.12-14a.16; Romanos 4:13.16-18.22; Mateo 1:16.18-21.24a)
La
importancia de San José es mayor que la de un cuidador de Jesús y María. Su
pertenencia al linaje de David le dio a Jesús la estatura terrenal de un rey
que ha sido divinamente designado para dirigir al pueblo. Este concepto puede
resultar difícil de comprender para la gente de hoy. San Pablo dice en su Carta
a los Romanos que las autoridades terrenas reciben su legitimidad de Dios. Hoy
en día, los gobernantes suelen ser elegidos mediante un proceso democrático. En
la antigüedad, con pocas excepciones, recibían autoridad por ser de linaje
real.
Como señala
el evangelio de hoy, José es un “hijo de David” con derecho sobre el reino de
Israel. Jesús, siendo su hijo legítimo no por nacimiento sino por adopción,
recibe de él esta distinción. Demostrará su derecho a la realeza por su
absoluta dedicación al pueblo.
José
demostró ser un hombre de carácter impecable. Puede que nunca se haya
considerado un rey, pero exhibió las marcas de la realeza por su santidad,
coraje e integridad. Sólo por alguien como él podríamos tomarnos un día de
Cuaresma para regocijarnos.